martes, 3 de marzo de 2009

El Ocaso de la Liga de las Estrellas

Hace un tiempo, no muy lejano, la publicitada Liga BBVA tomaba el pseudónimo de las estrellas. Los Zidane, Ronaldo, Ronaldinho, Beckham,… se peleaban por copar el ranking de mejor jugador del planeta futbolístico y elegían el escaparate que se le brindaba desde la Península para conseguir tan codiciado galardón. Años de esplendor casi divino que se plasmó en campeonatos abiertos, donde Real Madrid, Barcelona y hasta Valencia ganaban ligas; que vieron como cenicientas novatas se paseaban por Europa y llegaban a alcanzar sus sueños, sueños truncados en un penalti errado por un Riquelme que navegó con maestría el juego de un submarino amarillo que se hizo grande y estuvo a once metros de una merecida final. Años, temporadas, en las que España volvía a dominar en el viejo continente; Sevilla y Valencia pasearon su orgullo de campeón con Uefas de renombre, y Real Madrid (en varias ocasiones) y Barcelona, consiguieron la joya de la corona con un trofeo orejudo que te otorga el honorífico título de mejor club de Europa.












Años de grandeza y esplendor, cimentados en parte por el boom del ladrillo, que enriqueció a los más poderosos y sirvió para hacer nuevos ricos. Época de bienes y vacas gordas que sirvieron para dar relumbrón, para dar empaque a un campeonato errático que años antes miraba con recelo tras los Pirineos, que envidiaba al Milán de Sachi, a los éxitos internacionales que siempre se le negaba a una selección española con más nombre que juego, que vio como el Bayer de Múnich infundía un temor y encabezaba esa lista de cocos que era el enfrentarse a equipos alemanes. Esos complejos, gracias a la próspera economía y a la facilidad con la que se expropiaban terrenos y se vendían nuevas parcelas, hizo que todos los flashes apuntaran a la Liga Española, que todas las cámaras enfocaran a las estrellas que deleitaban a campos atestados de enfervorizados hinchas, que los espectadores desde sus casas pudieran ver a sus equipos en unas televisiones que se volcaban ante la gallina de los huevos de oro, ante el éxito de audiencia que aseguraba ver como los guapos y talentosos jugadores lucían palmito y talento.


Pero hay un axioma que siempre se cumple; todo lo que sube baja, y toda época de vacas gordas se antecede de vacas flacas. La burbuja inmobiliaria que engatusó a propios y extraños terminó explotando, y su crack ha traído y traerá una sombra silenciosa que empieza a cernirse con voraz acritud sobre todos los estamentos de la sociedad. Un daño colateral del que el fútbol no ha podido salir ileso. Es tan típico ver en las noticias como striptease se suceden a modo recaudatorio, cómo jóvenes con familias, sueños e hipotecas se cierran en su vestuario para encontrar una solución a la desesperación de ver como el esfuerzo y el trabajo no encuentra respuesta; cómo clubes, algunos históricos y de alta alcurnia como el Logroñés desaparecen, cómo equipos hacen sentadas, cómo aficionados intentan encontrar la forma de financiar las sueños de los jugadores que entretienen sus tardes de domingo. Un peligro que empieza a despuntar y que amenaza con haces estragos; uno de los primeros grandes que siente el cálido aliento de ese peligro quieto, es el Valencia CF; un club histórico, ganador, con afición y grandes talentos que no encuentra la llave para solucionar la papeleta en la que el anterior presidente les dejó tras maniatar con su juguete a modo de equipo, de jugadores y de entrenadores de quita y pon, al mismo tiempo que jugaba con recalificaciones, con solares y proyectos faraónicos que se desvanecieron como castillos de arena.


Hubo un tiempo en que éramos la nova luminosa del panorama futbolístico, pero desde años atrás, como si de un eclipse se tratara, ese sol del que nos creíamos dueños, se ha visto ocultado tras el poder de una luna creciente llamada Premier, que ha sido elegida por magnates, por jeques y petrodólares para comandar el tiempo de ocio y sus inversiones económicas. Una nueva corriente de aire fresco que ha ventilado a una apolillada Liga británica, que ha servido para cambiar el estilo de la vieja Bretaña. Atrás quedó el mito del pelotazo, de los rechaces y los remates de los fornidos jugadores, la mayoría locales, que militaban y formaban el grueso de una Liga acomplejada por el glamour mediterráneo. Ese coto privado se ha abierto y ahora la Premier, es esa torre de Babel en la que los mejores jugadores del mundo se pelean por copar los equipos punteros, para pelear por la gloria del triunfo, por el éxito que da la fama, el glamour y la grandeza, que ha cambiado la dirección de los flashes, el enfoque de unas cámaras de fotos que captan con gozo la elasticidad y versatilidad de los Cristianos Ronaldo, las bicicletas de Robinho, el liderazgo de Gerrard, los goles de un Fernando Torres que ha encontrado fuera de su casa del Manzanares el escenario perfecto para hacerse mayor de edad, los centros milimétricos de Young, la solidez de hombres como Ferdinand, Terry o Carvhallo que apuntalan equipos ganadores. Una Premier que se ha convertido en una marca comercial atractiva y suculenta, que recibe ofertas y dinero de todo el mundo, que acelera su ritmo cuando el resto del mundo se frena, y que acentúa una herida que amenaza con tardar en cicatrizar.



No podemos obviarlo; los clubes españoles se encuentran sometidos al dominio británico, y el orgullo ibérico se encuentra bajo mínimos. Nos aferramos a la rivalidad histórica Barcelona vs Real Madrid, pero la realidad es que tenemos una Liga mediocre, que se ha desvanecido tras un prometedor arranque. El juego del Pep-team, que por momentos rozó la perfección y que amenazó con marcar una época, se está derrumbando ante la presión que ofrece un Madrid que juega a poco, pero que sabe a lo que juega; que ha encontrado una solidez y una efectividad pese a no contar con esas figuras desequilibrantes que te hacen ser grande de cara al resto del Continente. Una Liga debilitada, que ha visto como la crisis que le azota ha terminado por hacer evidentes las diferencias entre ricos y pobres. Tras los dos grandes del panorama nacional, la clase media, esa burguesía que es la que da el verdadero grado del nivel de una competición, se encuentra cada vez más debilitada. El Sevilla está claramente un peldaño por debajo de ese equipo que despuntó y sorprendió, que encontró el éxito y que empezó a perderlo tras la inesperada marcha del bravo Puerta; el Villarreal intenta encontrar la senda de un éxito, con la misma columna que brilló, pero que ahora es más vieja. Un Atlético de Madrid que es un enfermo bipolar, influenciable por sus éxitos y fracasos que le hace ser tan imprevisible como decepcionante. Un Valencia que ha pasado de soñar por recuperar con Emery el año perdido, pero que ha visto como su crisis institucional y económica, ha terminado por desviar el instinto asesino de hombres como Villa, Silva, o Mata, que necesitarán cambiar de aires para salvar el futuro del club que no encuentra la forma para pagarles y su propio futuro personal. Y en el otro lado de la balanza, una clase baja, que cada vez es más amplia y numerosa, que amenaza a propios y extraños al abismo del descenso y que no sigue un guión al que aferrarse, lo que demuestra la mediocridad del grueso de los equipos.
Cada jornada, la emoción es la nota predominante; se ven grandes goles, se alternan sorpresas, alternativas y remontadas. Un buen juego engañoso que entretiene al espectador que paga y que le hace creer, que lo de la Premier, los jeques y petrodólares son sólo fuegos de artificio.
Pero Europa es la que pone a cada uno en su sitio, y es ahí donde paseamos nuestras miserias. La Ida de los Octavos de Final nos despertaron del letargo en el que nos encontrábamos velados. Cierto es que conseguimos clasificar a nuestros cuatro representantes, pero que menos se puede pedir a una potencia mundial como es la nuestra. Pero Europa no perdona, y los errores se castigan; el todo o nada, la esencia del fútbol, el ser o no ser. Y la realidad no es otra, ya que en caso de heroica, tan sólo una presencia en Cuartos parece segura, si el Barcelona olvida sus nervios y se centra en superar a un Lyon viejo que se centra en el golpeo de Juninho y la pegada de Benzema. La lógica también da sus oportunidades a un Villarreal que es mejor que el Panatinaikos, pero que tendrá que superar el infierno que le espera en Grecia. Pero esa lógica optimista que coloca a dos de los nuestros en la siguiente ronda, también nos dice que el glorioso Atlético, a no ser que le toque ofrecer su mejor versión, está abocado a sufrir la eliminación a manos de un equipo menor como es el actual Oporto, y de un Real Madrid que aspira a sufrir su enésimo fracaso consecutivo en unos Octavos de Final que se le están atragantando y del que corre el riesgo de volver a caer en la tela de araña con la que serán recibidos en un Anfield que a buen seguro que inspirará más temor que un Bernabéu que se ha desacreditado como santuario de los milagros y remontadas. El contrapunto son los equipos ingleses, ya que sus cuatros equipos son claros aspirantes a un pase a unos Cuartos de Final que se pueden convertir en su coto privado. Cierto es que ningún equipo remató sus eliminatorias y que todas se encuentran abiertas, pero al menos han puesto ese plus del que los nuestros han carecido, y han saldado sus enfrentamientos con tres victorias (eso sí, por la mínima) y un empate. Si a este tropezón (que aún no fracaso consumado) se le suma la debacle que se ha sufrido en la Copa de la Uefa en la que no hemos conseguido meter ni a un conjunto español en Octavos, pese a contar con las bazas serias al triunfo final que suponían Sevilla y Valencia, tenemos más que motivos serios para sopesar una crisis que amenaza con su sumisión, y un serio aviso para no dormirnos en los laureles triunfales en el que nos encontrábamos inmersos.



La lectura positiva que hay que buscar, es que los axiomas anteriormente citados, tienen sentidos de ida y vuelta; lo más arriba expuesto también se puede citar en que todo lo que baja sube, y que las vacas gordas volverán a suplantar a las flacas. La riqueza de la Premier no será eterna, y los caprichos de sus inversores se esfumarán tras decepciones. Ya está ocurriendo en el Chelsea, donde su magnate ruso se está cansando de los disgustos y la desacreditación que su capricho le está dando. Si ciclo amenaza con expirar, y su herencia será ardua; un equipo acomodado, viejo y arruinado por costosos fichajes y grandes sueldos de unas estrellas venidas a menos que dificultarán el futuro del club. Liverpool, Manchester City, Manchester United,… todos ellos se basan en fortunas extranjeras que no sienten y no tienen el apego de unos dirigentes fríos que a la mínima de cambio, decidirán cambiar el destino de sus fortunas, encontrarán nuevos caprichos y dejarán a sus juguetes heridos de alto alcance. La gloria es pasajera, el éxito encuentra muchos padres, pero el fracaso es huérfano. Mientras en Inglaterra nadan en la abundancia, aquí no tenemos que desviarnos del camino. Debemos seguir con nuestro producto nacional que por fin ha visto y se ha quitado complejos, que se ve capacitado y ganador; una cantera sólida que emerge en tiempos de crisis ante las vacantes que dejan la falta de fichajes de relumbrón. Ya lo dice el refranero; no hay mal que por bien no venga, ni mal que cien años dure, así que mientras tanto, toca remar y aunar esfuerzos y sacrificios ante un mismo fin, no ceder terreno, no tirar el testigo, ya que quién tropieza y no cae adelanta camino

3 comentarios:

go to sudafrica dijo...

A dia de hoy estamos por debajo de la premier,esto es cíclico, allí han sabido vender mejor su producto,sobre todo en asia,poniendo partidos a las 2 menos cuarto para que allí sea horario de máxima audiencia.Hace una década la liga fuerte era el calcio,luego la nuestra y ahora la premier, esto varía.Saludos

futbollium dijo...

Coincido con Go To Sudafrica en que esto es cíclico . Ahora la Premier es la liga más potente si nos fijamos en las grandes estrellas pero para mí la liga española tiene más nivel en la calidad de los equipos , sobre todo los de media tabla .

Un saludo

Carlos Pérez dijo...

A mi lo que me da pena es que no hace mucho España dominaba en Europa (en clubs), pero ahora está muy complicada la cosa...

Pero bueno, por lo menos la Eurocopa es nuestra, y veremos Sudáfrica que tal va, jeje, aunque tenemos la Confederaciones en verano.

Saludos!